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Pues siendo Gigante, tan Niño se ve

Sachiko Sakuma C.

29. Nov. 2024

Bolivianische Weihnachtslieder: ein Blick hinter die Tradition

Una de las fiestas más arraigadas en nuestro país, evidentemente apropiada de la colonia española, es sin duda la Navidad. La llegada del Niño Jesús, con ese sentido del que trae paz y amor, se matiza con tonos de picardía trayendo también una fiesta bailable donde los niños y jóvenes participan activamente en torno al nacimiento o pesebre. A su vez, esas melodías cargadas de alegría traen en sí mismas profundas reflexiones sobre las injusticias de la vida. Daremos algunos ejemplos, sin entrar en un análisis profundo, de las letras de los villancicos, cuya voz implora al Niño Divino traiga también con su llegada la justicia y equidad que tanto anhelamos.

Con el nombre de villancicos, huayños, saltarines y chuntunquis se agrupa una serie de piezas musicales - en extremo festivas y bailables - que suelen acompañar el momento de la Adoración del Niño Jesús. Solamente el oído más fino y entrenado podría decir la diferencia rítmica y estructural de cada uno de estos géneros. El común los sabe diferenciar porque los baila y canta “desde siempre”. A partir de este momento los llamaremos a todos con el nombre genérico de Villancicos.

Estos villancicos son interpretados con instrumentos criollos como la guitarra, el charango, la quena, el acordeón o el armonio; y para connotar su esencia navideña se utilizan muchos instrumentos festivos como chullu chullus, bombos, tapitas coronas aplastadas, pajarillas, cascabeles, campanitas, triángulos, entre otros. Hoy en día grupos como La Razza incluyen también instrumentos modernos dándole un toque actual y juvenil que ayuda a que permanezca viva la tradición.  

Las coreografías que se realizan en torno al pesebre son complejas, también aprendidas por tradición oral; están llenas de saltos, vueltas y volteretas. Siempre se las ejecuta de frente, nunca dando la espalda al nacimiento. Esta tradición de la Adoración al Niño es una costumbre muy arraigada y vigente sobre todo en Sucre, Tarija y Potosí.

Las letras de estos villancicos pueden tener tonos de picardía como Perq’a Patitas del grupo Bonanza:

Perq’a patita he subido,

Perq’a patita he subido

cuando tu mama me ha visto

no sé cómo me he caído.

 

Aquí no hay tata ni mama,

Aquí no hay tata ni mama,

bailemos hasta mañana

hasta que nos dé la gana.

Pueden ser bastante descriptivas como el tradicional Niño Manuelito dame buñuelitos, que describe la costumbre de “pagar” con buñuelos, chocolate caliente, panetón o masitas a los niños adoradores que bailan delante de los pesebres:

Niño Manuelito dame buñuelito,

dame buñuelitos envueltos en tu pañuelito.

 

Pero también pueden ser verdaderos reclamos de igualdad social como el texto del villancico colonial Fuera, fuera, ¡!háganles lugar! de Roque Jacinto Chavarría donde además se emula la pronunciación del idioma español de los indios:

No borlais Pastor, español mera [No te burles Pastor de mi español]

Todos somos gente, hijos del Adán

Y la Niñito dos veneron buscar [Y al Niñito Dios vinieron a buscar]

Los hay también satirizando la escena política del país, como Golpe en Tierra de Ernesto Cavour:

Llega el cura el jilakata y también el subprefecto

Con la fiebre de tres reyes se abren campo para verlo

Y entre murmullos exclaman es un cordero divino

que nos lleven a la casa una vez que esté crecido.

En este mismo villancico podemos observar el deseo de ofrecerle productos locales:

 

Vengo desde Achocalla trayendo tierno pastito

también traigo pasanakalla para este lindo Niñito

Ese deseo de ver, de participar, de estar en el lugar del nacimiento del Niño Dios, por más sencillo que sea nuestro oficio o profesión, se ve representado no sólo con el ofrecimiento de los productos locales o “haciendo” que el Niño nazca en nuestras ciudades o pueblos, si no también “haciendo” que nazca en un lugar especial y en una situación en particular. Pongo como ejemplo un extracto de 110 de Ernesto Cavour donde el Niño nace en una patrulla de policías:

 

En un 110 ha nacido un Niño

le asiste un teniente, mejor que un partero.

[…] Ha nacido un Niño, será carpintero,

será oficinista, tal vez charanguero.

Siendo tan diferentes entre nosotros, y más aún siendo tan diferentes de aquel Niño divino, blanco, de ojos azules, hacemos que ese Niño se asemeje más hacia nosotros. Así como hay el Cristo Negro o la Virgen Morenita, son muchos ejemplos los que “hacen” que el Niño sea indio, sea moreno, sea pobre, sea más como nosotros y se enfatiza en que tiene “nuestras” características y no las del otro, como podemos observar en Navidad Rural de Alfredo Domínguez:

 

Ya llegó la Noche Buena

cielo y campo se alegró

por el niño de una india que María se llamó.

 

Con olor a tierra pura

cuentan que encontrábase

saboreando su acullicu

el indio Tata José

Finalmente, el destino, la fatalidad, el sacrificio que hará este Pequeño Niño por el Mundo Entero también ha sido tratado en diferentes poemas y pinturas, sobre todo del barroco español, pero recojo nuevamente a Golpe en Tierra de Ernesto Cavour con:

[…] por cuna tiene un pesebre

por templo tiene al cerro

morirá en un calvario

y lo venderán del cielo

Sin duda alguna podemos citar muchos ejemplos más y abordar su análisis desde diferentes puntos de vista: musicales, literarios, sociológicos, etc. Pero este es solo un texto introductorio que pretende resaltar la profundidad de esta música, aparentemente sencilla. De hecho, escogí como título de este pequeño artículo una frase del villancico colonial Cayósele al Alba de Juan de Araujo que nos recuerda la grandeza de este “Tierno Infante Divino”. Y así como su ternura e inocencia se ven reflejadas en la fiesta; su grandeza, sabiduría y misericordia, se ven reflejadas en la música y letra de nuestros villancicos. 

 

¡Feliz Navidad!

 

 


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